No vengas tú a cortarme con ese cuchillito

29 de mayo de 2011

No vengas tú a cortarme con ese cuchillito

Anoche, luego de unas cubalibres, nos comenzamos a sincerar unas amigas y yo. Entre chiste y chiste salió el nombre de un mijito que todas conocemos bien.  Bueno al parecer no tanto como mi amiga que tuvo la "dicha" de calárselo casi tres años, para sorpresa de todas. Sorpresa del verbo *ninguna sabía*, a pesar de ser buenas amigas.

Según ella, él tan querido, tan protector y reservado, la fue mareando con "es mejor mantenernos low profile" para no ser víctimas de las malas vibras. No Vengas Tú este niño a cortarme con ese cuchillito. Pero bueno el caso fue que mi amiga es arrechísima y no por ser mi amiga, sino por echada pa' lante, por ser padre de sus hermanos, esposa de su mamá, una trabajadora insigne, etc. Esto no le importó mucho al mijito y no es el punto, pues otras más "arrechas" que mi amiga también cayeron y aún padecen las consecuencias. Ahh y ojo no la juzgo, yo fácilmente habría caído también.

Luego del shock de saber de los benditos treinta meses que "románticamente" vivieron mi amiga y el mijito en cuestión, nos preguntamos al unísono y en voz alta: ¿Qué tiene ese tipo?
¿Qué tiene? Al parecer, entre otras cosas, un labia que ni la de Cyrano de Bergerac, capaz de marearte, enamorarte  y hacerte caer redondita en semejante papelazo.

¿Qué te decía, qué hacían?, directa y desesperadamente pregunté. "Nos veíamos en mi casa, bueno yo lo buscaba mamada al salir del trabajo por Plaza Venezuela (mi amiga fácilmente puede salir del trabajo tipo 11:00 p.m.). Es que a él tan internacional le daba por caminar a esa hora como si estuviese recorriendo el Champs Elysées. Comíamos, veíamos pelis, todo muy bonito. Bonito también era llegar a un mismo sitio, él se bajaba dos cuadras antes y al llegar al lugar me saludaba con un  "tanto tiempo sin verte".

Obviamente mientras mi amiga hablaba nosotras palidecíamos. Qué bolas tiene. No vengas tú. 
Hoy más calmadita me pregunto: ¿qué bolas tiene él o nosotras? Ciertamente, ciertísimamente los hombre se enamoran de lo que ven y nosotras de lo que escuchamos. No vengas tú a decirme que no, porque viene un alguien no muy agraciado físicamente, te habla bonito y suas caes.

Pero cónchale tiene que haber un límite. Tenemos que tener un bombillo rojo gigante que se nos prenda cuando ya la habladera del hombre es demasiado. Bombillo que claramente mi amiga tenía quemado y a mí, y segurito a ti también, se nos ha quemado par de veces ¿o no? ¿O será que se nos prende tanto como el de una ambulancia en emergencia y jugamos a las daltónicas y lo vemos verde esperanza, verde dale pa'lante? ¿Será? ¿Será entonces que nos gusta el drama o que nos creemos el cuentico de que con nosotras será distinto?

Dime tú, como dice Pastor Oviedo,  ¿qué necesidad te hay de eso? ¿Qué ganas las nuestras de embarcarnos en esos Titanic que tarde o temprano se hundirán? Qué necesidad de perder nuestro tiempo y no quiero sonar cursi pero ese tiempo perdido es perdido. Perdido porque ni regresa ni terminamos de aprender.

Pero como toda regla tiene su excepción, y yo creo en el cambio, espero que la próxima vez que el bombillote rojo se prenda y comience a dar vueltas en mi cabecita yo capte y diga: "Papito, bello tú, bello tu discurso pero no me cortes con ese cuchillito de palo".

Sindy Lazo

@SindyLazo