31 de marzo de 2011

Invitada: No vengas tú y empátate con Topacio

Dicen que el poder de la palabra es muy grande. Pero una, bien terquita, no termina de entenderlo, hasta que sin necesidad de tener un megáfono (porque sólo basta con un gritico interno) le manda tantos mensajes al Universo que éste, tan bondadoso, dice amén y chacháaaaaan por arte de magia le pone piernas, brazos, nombre y apellido a tu “deseo”. 

Tan querida yo, fui una de esas. Rodeada de amigas con relaciones de años y con una simpatía que ahora considero enferma por los novios de ellas, que tan bonitos las celaban en situaciones “normales”. Frases como: “¿Ayyyy pero no me vas a decir que se siente rico que te celen?”, “Te cela porque sabe lo que vales, ya quisiera yo que me celaran así…”. No vengas tú asno con cédula que la vida te escuchó y te mandó al mismísimo domador de tigres, con un látigo más grande que el asta de la bandera.

Al principio debo reconocer que me sentía la más realizada. El cielo me estorbaba para pegar brincos. A medida que el fulano iba frunciendo el ceño cuando algo no le agradaba del todo, inmediatamente y de manera proporcional se me iba inflando el pecho a mí de orgullo. ¿Recuerdan el megáfono que mencioné antes? Bueno, yo quería una versión de cartera para gritarle al mundo que voltearan a ver cómo yo me había sacado la Lotería versión humana y masculina. 

Fiel a mis creencias, pasaron varios meses y todavía me seguían gustando sus “muestras de cariño” y si iban acompañadas de un “el día que deje de celarte, preocúpate… porque te dejé de querer”. De manera automática pensaba, no vengas tú y célame todo lo que puedas que yo aguanto.

Experta en la materia puede que no sea, pero luego de un par de años y para los que por fortuna no estén familiarizados con el tema, cumplo con advertirles que los celos siempre van in crescendo.  Al mejor estilo de proyecto uno para los que les guste la música… No pare, sigue, sigue…

En el momento en que sí salíamos a tomar algo tuve que empezar a sentarme de espalda a donde se concentrara la mayor cantidad de personas, porque si de manera inconsciente se me ocurría romper el contacto visual con el fulano 2 segundos, con una agilidad admirable y con el primer mal parado me inventaba un amorío paralelo de años, comencé a sospechar que algo andaba mal.

¿Amigos? Olvídate de eso.  Te aprendí a rezar el rosario al derecho y al revés, encomendándome a cuanto santo existe para que a todos se los tragara la tierra. Saben por aquello de que existe mucho imprudente que no mide sus comentarios y puede decir algo que siempre y porque sí va a ser mal interpretado. 

¿El celular? No mira me podía quedar sin pelo, pero sin batería jamás. Y a los mismos santicos de antes también les rezaba para que no me llamara ni mi mamá porque si el fulano marcaba y le salía llamada en espera. Ustedes saben.

Pero lo peor de todo eran las idas al cine, en donde tan “caballera” yo, me calaba muchas veces solita mi cola interminable para las cotufas y al llegar sudada porque esas caramelerías nunca tienen aire escuchaba: “¿Media hora para comprar unas cotufas? Ummmmjummm eso está muy raro. A quién te habrás encontrado”. No vengas tú y ojalá se te vayan por el camino viejo 20 cotufas mínimo.

Vivir en paz contigo, con tu despiste, con tu ritmo, es lo más delicioso del mundo. Los celos son expresiones de inseguridad, de inferioridad, son enfermizos y como buena enfermedad son contagiosos. La mayor muestra de amor es la confianza, el respeto, el saber que si te elegí a ti para compartir el tiempo que el destino disponga, es porque así lo siento, porque así lo quiero. 

Las personas celosas difícilmente bajo un momento incómodo (que para ellos son bastantes seguidos), están dispuestas a pedir una explicación en buenos términos y como mortales que somos estamos expuestos que al ser tratados con “violencia”, respondamos con más de ella y generalmente conocemos límites de nosotros mismos, que en mi caso, me hacen sonrojarme hoy de vergüenza. 

Mi mejor consejo es ámate tú, respétate tú, entiende tu valor y como un espejismo los demás sólo se permitirán darte a cambio mucho más.

Que el fulano tenía un lado amado no lo niego, no estaría siendo justa. ¿Pero si le incomoda que me guste ver con la frente en alto cómo la vida me sonríe? No vengas tú y que se empate con Topacio la cieguita de la novela.

Invitada anónima
(Ella prefirió no publicar su nombre)

8 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajajajajajajajajajajajajajaja esta genial, no vengas tu y empatate con topacio que risa

31 de marzo de 2011, 18:41
Jessica dijo...

Porfavor Sindy cada dia escribes mejor jajajajajaja este esta INSUPERABLE jajajajaja beso

31 de marzo de 2011, 20:10
Alejandra dijo...

20 puntos ta muy bueno jajajaja

1 de abril de 2011, 7:50
Luisana dijo...

Increible lo real de la historia. DEFINITIVAMENTE tienes que escribir mas a menudo.

5 de abril de 2011, 9:47
chili dijo...

no vengas tu que a mi hasta me pinchaban los cauchos del carro para que no saliera si estabamos peliados... next!!

29 de abril de 2011, 13:28
Anna dijo...

demasiado bueno!!!... no vengas tu y empatate con la cieguita de la novela!!
Todo lo q dices es totalmente cierto

1 de mayo de 2011, 9:47
gabriela dijo...

no vengas tu a decirme que a ti no te ha tocado un fulano de esos jajajajajaja

18 de mayo de 2011, 15:05
Anónimo dijo...

Te pinchaban los cauchos??? Ay Virgen de los locos!!!!!! jajajajajaja
Muy bueno el artículo... Me hizo reajustar mis peticiones a San Antonio jajaja

16 de junio de 2011, 19:18

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