26 de marzo de 2012
No vengas tú que Caracas es Caracas
Hay mucha gente que dice que
Caracas es la peor ciudad para vivir, que las colas son insoportables, que los
motorizados, que la inseguridad, que la basura, que los gritos, que las cornetas,
que cualquier cosa que se les ocurra. Y sí, es cierto. Caracas tiene todo eso y
más. Pero no vengas tú que Caracas es
bien moderna y divertida.
Cada vez que yo salgo a la
calle encuentro tantas cosas divertidas, que jamás he encontrado en los otros
países que he visitado. De hecho, Caracas es mi inspiración cada vez que me
siento frente a una computadora a escribir un no vengas tú. Como dicen por ahí:
Caracas es Caracas. ¿Por qué lo digo? Bueno hay muchas razones que lo
confirman.
Hace unos días, recibí una
llamada para matar un tigre en un local nocturno que presenta a bandas de rock
nacional. Yo, sin pensarlo dos veces, acepté. Eso implicaba estar en la Av.
Francisco Solano un viernes, desde las cinco de la tarde hasta las cuatro de la
mañana del día siguiente. Lo que yo pensaba que iba a hacer un simple
trabajito, se convirtió en una noche bastante movida y no por el trabajo.
Cuando llegué al local,
había tremenda rumba armada en las adyacencias del sitio. Pues sí, la calle
estaba repleta de gente tomando y rumbeando como si estuviesen en la fiesta de
cumpleaños del primo. Cajas de cervezas, parejitas besándose, grupetes gritando
en vez de hablar, música en todos los carros, le daban vida al viernes de la
Solano. Resulta que ahí hay un instituto y al salir de clases todos se unen a
la fiesta.
Las aceras no existen. Al
peatón le toca caminar con los carros, porque si interrumpes la fiesta te metes
en un rollo. Lo bueno es que si logras diferenciar la música, puedes bailar ahí
mismo en la calle. Porque sí, la música es igual a la de una playa pública, una
guerra de minitecas que te impide escuchar algo. Al final, la fiesta se acaba
cuando llega la Guardia Nacional, pero en cambote, pidiendo cédula y corriendo
a todo el mundo. Eso sí, con cara de arrechos y poniendo orden. Cuatro horas
después de que la fiesta empezó.
A las nueve de la noche,
cuando uno puede caminar por la calle y cuando el hambre se apodera de uno, me
toca salir del local. Para empezar, si
no tienes efectivo uno tiene que caminar un montón de cuadras buscando
un cajero. Desde el sitio donde estaba hasta el cajero la iluminación va en
degradé.
Cuando estás frente al
banco, casi que tienes que sacar el celular para iluminar la pantallita y sacar
plata. Ahí estás tú, dos indigentes, el que está esperando la camionetica y tu
miedo. Porque no vengas tú que estás más asustado perro llegando al
veterinario. Pero tú eres bien bravo, nadie se da cuenta. Al sacar plata no
piensas que vas al local, sino que vas hacia la luz. Justo ahí te lamentas de
que la rumba callejera se acabó. Por lo menos una birra te hubieses podido
tomar para no caminar tan chorreado.
Ya con plata en mano, hay
que comprar comida. Uno lo primero que piensa es en no tener que volver a la
parte oscura de la Solano. Pero no, siempre hay alguien que sabe más que tú y
te dice que al cruzar la esquina puedes comprar parrilla 24 horas. Bueno, no
solo parrilla, también hay pizza, pastelitos, empanadas, pollo en brasa y hasta
anís encaletao. OJO: yo no tomo anís, pero vi que lo venden.
Llego al sitio. Los
estudiantes se habían mudado a esa calle, porque ahí seguía la rumba que la GN
había acabado frente al local. Para que no digan que Caracas no es moderna,
cuando estaba decidiendo qué comer junto a mí estaban dos transexuales en
pantaletas y sostén decidiendo qué iban a comer. Ustedes se preguntarán por qué
estos personajes estaban allí vestidos así. Estas parrillas están a media
cuadra de la Av. Libertador y estas señoritas trabajan en esa avenida. Estaban
comprando su cena antes de ir a la oficina pues.
Mientras esperaba, llegó de
nuevo la GN y acabó con la otra rumba. Llegaba la gente a comprar más alcohol
encaletao. Me pidieron plata unas 45 veces y eso que estuve como quince minutos
esperando. Gracias a que los transexuales dijeron que la parrilla era buena, yo
compré parrilla y de la grande. Debo
confesar que ha sido una de las mejores que me he comido en mi vida.
Tenía las tres B: bueno, bonito y barato.
Regresé al local, continué
con mi tigrito y la noche continuó como si nada. Dentro del sitio la cosa no
estaba tan divertida como afuera.
¿Entonces qué nos queda de
todo esto? Qué Caracas es bien moderna, en Caracas podemos vivir aventuras bien
divertidas, que Caracas tiene tantas particularidades, tanta gente cool, tan
buena movida nocturna y muchas buenas anécdotas. Vivir en esta ciudad es un
riesgo siempre y cuando uno mismo lo vea como un riesgo.
Yo voy por Caracas como si
estuviera en New York. Camino sin miedo y con cara de “no tengo nada, así que
no me robes”. Desde que adopté esa postura soy más feliz, me gusta mi ciudad y
no atraigo cosas negativas. Inténtalo pa’ que veas que sí funciona. Eso sí, si
ves a un sospechoso, cruza la acera pero en el acto. Y si no te sirve mi
consejo, no vengas tú que algo debes estar haciendo mal.
Albert Manrique
3 comentarios:
las rumbas se acaban al amanecer en los locales y si sales antes de las 11 de tu casa vas en metro y si quieres regresas a las 6am en el de nuevo... CaracasTeQuiero
1 de mayo de 2012, 21:32las rumbas se acaban al amanecer en los locales y si sales antes de las 11 de tu casa vas en metro y si quieres regresas a las 6am en el de nuevo... CaracasTeQuiero
1 de mayo de 2012, 21:33La verdad es que es un riesgo rumbear de noche en esta Ciudad... y no comparto este no vengas tu pero lo respeto! como siempre! Se que podemos hacer de caracas una mejor ciudad sin tener que lamentarnos y conformarnos a decir: adaptate y ya! Se que podemos hacer mejor las cosas pero ya estamos acostumbrados y pus que flojera No?
6 de junio de 2012, 15:47Publicar un comentario