No vengas tú y admite que amas las colas

2 de mayo de 2011

No vengas tú y admite que amas las colas

¿Cuántas veces no nos hemos quejado o nos hemos puesto de mal humor  por una cola? Mil y una vez obviamente, porque venezolano que se respete vive en una cola. Para nosotros las colas ya son como familia de uno. Yo paso más tiempo en una cola que compartiendo con mi familia.

Pero creo que estar tanto tiempo en una cola ya no está volviendo locos. Nos encanta hacer colas donde no las hay y esto lo comprobé el fin de semana, en un paseo de shopping, cine y cena que hice con unas amigas. Nosotros estábamos frente a una tienda X, viendo cualquier cosa y comentando cualquier artículo. De repente un señor se nos acerca y nos pregunta si esta era la cola para entrar a la tienda. What? No vengas tú. ¿De cuando acá hay que hacer cola para entrar una tienda? Ni que estuviésemos en navidad.

¿Ahora si entienden que ya es algo patológico? No podemos vivir sin colas. De hecho, si vas al cine lo puedes comprobar tú mismo. La mayoría de las salas tienen asientos numerados pero igual hacemos la cola. Es mejor esperar en la cola que sentados en las sillas que tiene el cine. Y ni hablar de los conciertos. Por muy fanático que uno sea, si llegas 10 minutos antes de la hora del concierto igual vas a ver a tu artista favorito. Tu ticket tiene un número y ese es el número de tu silla. Ya no hay que madrugar. No vengas tú a acampar por ver a Servando y Florentino, si el Teresa Carreño tiene sillas numeradas.

Justo antes de escribir esto, estaba hablando con un amigo de las colas y los venezolanos. Él me contaba que cuando él estaba en Alemania tenía un viaje pautado para Caracas. Agarró su vuelo de Alemania a Francia normalmente, cero colas para subirse al avión. Todo en orden. Total, hasta los asientos del avión son numerados. Al llegar a Francia ve una colota inmensa. Incluso, era la única en todo el aeropuerto. Ya sabemos para donde iba esa gente.

Creo que vivir sin colas no es una opción para nosotros. No amamos las colas pero son nuestros placeres culposos. Ahí meditamos, las mujeres se maquillan, nos roban los teléfonos y hasta hacemos otras cosas de horario supervisado.

Yo lo admito, si no hay cola yo la hago y así somos más felices. No vengas tú a decirme que no.

Albert Manrique

@AlbertSoyYo