2 de febrero de 2011

No vengas tú a decirme a qué sabe el chocolate




Esto que les voy a contar, seguramente le ha pasado a muchos. Y es que No Vengas Tú a decirme que no, porque esta anécdota (por cierto que esa palabra no me gusta usarla pero se escapó entre mis dedos) me ha pasado muchas veces con distintas cosas, distinta forma pero el mismo fondo.




Me escapé en un viaje relámpago a la Isla de Margarita, porque necesitaba ver a mis sobrinos, caminar en la playa de atrás para adelante para dejar las cosas malas del año que se va en el mar y pedir las cosas que quiero en este 2011. Aproveché de recargarme con esa energía que te da el agua de mar, el sol, la luna, la arena y hasta el masaje de la exótica morena ahí mismitico en playa Parguito. Todo con cara de incógnito tratando de pasar por un turista más. No lo logré. No me escapé de las fotos, pero gracias a Dios, porque esas fans me mantienen vivo.




Volviendo al tema, después de esos días de pescado a la orilla del mar, se me ocurre comprar en una tiendita un chocolate, sin azúcar. Me iba a dar un gustico, pero sin abusar, por la dieta y por aquello de mis metas. Cuando le quito la envoltura a mi chocolate, que venía en  un exquisito papel dorado, muy a lo Willy Wonka, me consigo con que el chocolate está blanco y como seco. Al probarlo, confirmé mi teoría y me regreso a la caja y le digo: "Sr. el chocolate que le acabo de comprar está viejo, de pronto vencido y todo." El hombre con cara de no entender mi perfecto español, me dice: "No chamito, así son los chocolates sin azúcar."




De alguna zona que aún no logro ubicar en mi cuerpo, no sé si porque me dijo chamito despectivamente o por el hecho de que me vio cara de tonto, me salió con toda la fuerza del mundo la expresión: "No Vengas Tú a decirme cómo sabe el chocolate sin azúcar...".




Por ahí me fui con gran lista de argumentos y en la tienda se negaban a cambiarme el chocolate, lo que hizo sentirme abusado por parte de los vendedores. Dejé el chocolate sobre el mostrador y tomé un paquete de Merey, que costaba incluso menos que el chocolate sin azúcar, y salí por mi puerta con una gran sonrisa y un "Gracias".


Willy Martin

@WillyMartin

Actor y lector del blog

1 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajajajaja arriba mi willy! por eso te amo!

3 de mayo de 2011, 22:09

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