10 de enero de 2011

No vengas tú a decirme lo que voy a comer


No vengas tú  a decirme qué comerSentarse en un restaurant y tomar la decisión de qué comer no es una tarea sencilla. Estar frente al menú e imaginarse los posibles platos a saborear es una experiencia bastante entretenida. Aunque deja de serlo cuando uno quiere comerse todo lo que está allí escrito. Sí, lo admito, tengo mente de gordito y eso no se cura ni con hipnosis.



Yo siempre tengo el bendito problema entre pedir lo que siempre como allí, que sé que no me va a defraudar, o probar ese plato exótico y posiblemente apetitoso del menú. Normalmente pido el conocido, porque con los otros siempre quedo fallo. Pero el hecho es que fue una decisión mía y la culpa fue totalmente mía si quede insatisfecho.



Pero nunca le he tenido mucha estima a esos meseros que intentan meterte un plato por los ojos. No vengas tú a decirme qué voy a comer porque mientras más me lo digas menos lo voy a pedir.



Hace unos días fui a una pizzería que, según ellos, se especializan en pizzas a la crema. Desde que llegan no hacen más que repetirlo y eso no me da buena impresión. El hecho es que yo quería una con salsa de tomate. Sólo para llevarle la contraria al mesero fastidioso. Él insistía e insistía pero finalmente gané y pedí la pizza tomatosa. Mis amigos no tuvieron la misma suerte, ellos cayeron y hasta pidieron la pizza que él les dijo que pidiera. No vengas tú a decirme qué debo comer, ¿o es que estás tratando de salir de algunos ingredientes viejos y además te dan comisión por ellos?



Peor fue en un restaurante en Margarita, en donde pedí una hamburguesa gourmet, además de Ketchup, y el señorcito me dijo que no porque a la hamburguesa gourmet no se le echa Ketchup. No vengas tú que a mi hamburguesa yo le echo lo que quiera. Soy el cliente y tengo derecho a elegir. Esto no era culpa de él, era culpa de la dueña que era una vieja loca que no lo permitía.



Yo una vez leí y quiero compartirlo con ustedes que uno JAMÁS debe pedir la sugerencia del día de un restaurant o el plato que tanto insisten en venderte. La razón es que están experimentando contigo a ver si el plato funciona y lo meten en el menú. Así que hay que tener un poco de personalidad y no dejarse convencer por esos mesoneros mal intencionados. No se dejen, no se dejen.



Albert Manrique

@falbertmd

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